Como se ha ido explicando durante el blog, las grasas son una fuente muy necesaria de energía y de compuestos necesarios para que nuestro organismo funcione lo mejor posible (para así no tener ninguna deficiencia).
Los lácteos pueden suponer una importante fuente de grasa, no tanto en cantidad (depende del tipo de lácteo) si no más bien en calidad... Ahora veremos el porqué!
La leche entera tiene un 3,5% de grasa (70% Ácidos grasos saturados y 30% insaturados) que aporta el 50% de la energía de la leche, esta grasa facilita la digestibilidad de la leche y supone una fuente importante de:
- Ácidos grasos esenciales (ácidos linoleico y ácido alfa-linolénico), es decir, aquellos que no podemos sintetizar y es necesario ingerirlos en la dieta.
-Aporta vitaminas liposolubles (A, D, E y K)
-Ácidos grasos de cadena corta donde destaca el ácido butírico el cual se ha asociado a muchos efectos beneficiosos sobre todo a nivel intestinal (muy importante para el buen funcionamiento de la microbiota)
-Ácidos grasos insaturados entre los que destaca el ácido graso vaccénico con un doble enlace en forma trans aunque no es perjudicial para la salud, de hecho se asocia a efectos beneficiosos al producirse durante la digestión de los rumiantes y ácido linoleico conjugado asociado también a múltiples beneficios.
-Fosfolípidos diferentes de los que se encuentran en los aceites vegetales por lo que este grupo es de mucho interés.
Actualmente se relaciona el consumo de leche con la prevención de la obesidad, de enfermedades metabólicas o cardiovasculares.
Además de ser una fuente importante de grasa lo es de calcio, proteínas de origen animal...
En conclusión podemos decir que aunque durante muchos años se ha disminuido el consumo de leche actualmente está en auge ya que los últimos estudios apuntan a múltiples efectos beneficiosos asociados a la grasa de esta por lo que elegir una leche entera antes que semidesnatada o desnatada es la mejor opción.
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