Uno de los ingredientes estrella
que forman parte de numerosos alimentos funcionales son los ácidos grasos
omega 3. Los encontramos enriqueciendo leches, mantequillas, productos cárnicos y muchos
otros productos, pero poca gente conoce en qué consisten,
o cuáles son sus principales fuentes, su papel en el
organismo humano y
lo más importante, si su consumo es positivo y necesario.
LA CIENCIA DEL OMEGA 3
Un ácido graso es una molécula de naturaleza lipídica en cuya estructura hay una serie de átomos de carbono unidos por un enlace (sencillo o doble) que forman una larga cadena lineal. En uno de sus extremos hay un grupo carboxilo (-COOH) y en el otro, un átomo de carbono unido a tres átomos de hidrógeno (-CH3). Entre ambos extremos hay una serie de átomos de carbono centrales que tienen dos enlaces libres que son ocupados por átomos de hidrógeno (-CH2). Un grupo importante dentro de los ácidos grasos son los poliinsaturados, que poseen más de un doble enlace en su cadena hidrocarbonada. Los tres principales ácidos grasos omega-3 son el ácido alfa-linolénico (ALA), el ácido eicosapentaenoico (EPA) y el ácido docosahexaenoico (DHA).
¿En qué consiste la formulación omega? Simplemente se trata de indicar la localización de los dobles enlaces empezando a contar desde el extremo opuesto al convencional. En realidad los ácidos grasos omega 3 son los mismo ácidos grasos de siempre pero con otro nombre.
¿CUÁL ES LA MEJOR FORMA DE
TOMARLOS?
Hablando desde una visión nutricional, ¿Sirven para algo los ácidos grasos omega-3? La respuesta es sí. Según el Reglamento Europeo 432/2012 (declaraciones autorizadas de propiedades saludables de los alimentos), ácidos grasos omega 3 como el EPA y el DHA ayudan a mantener y regular la función cardiaca. Además, el DHA ayuda al mantenimiento de la función cerebral y recientes estudios muestran también efectos positivos del DHA sobre la visión por su efecto sobre los fotorreceptores y otros componentes del ojo. No obstante, la EFSA no ha informado positivamente sobre los efectos de los omega-3 sobre la función cognitiva o el estado de ánimo de las personas.
Una vez que conocidos sus efectos
sobre algunos aspectos muy concretos de la salud humana llega el momento de
preguntarnos, ¿dónde podemos encontrarlos? La
primera opción es consumir ácidos grasos
omega-3 a través de la dieta normal. Las principales fuentes naturales son pescados
tales como la trucha, el besugo o el salmón, entre otros
muchos. También
podemos encontrarlos en otro tipo de alimentos como nueces, brócoli, aceite
de linaza, etc. Otra alternativa es recurrir a suplementos
enriquecidos en omega 3 en
parafarmacias, herboristerías
o tiendas de productos dietéticos. Pero, ¿Cuál de estas opciones es la mejor? Sin
lugar a dudas la primera. El pescado, los aceites o las nueces no solo nos
proporcionan ácidos
grasos omega 3, sino que su consumo nos aporta otros nutrientes de gran
calidad. Otra razón sería que los suplementos alimenticios ricos en ácidos grasos
omega 3 son caros y en realidad, en una sola rodaja de
salmón hay el mismo omega 3 que en 81 comprimidos de un conocido
suplemento avalado por una fundación
médica. Otra razón de sentido común para elegir
tomarlo en la dieta es que no necesitamos suplementarnos en omega-3. Las
cantidades recomendadas de EPA y DHA para mantener una salud son 200-250
mg/día y las ingestas europeas se estiman en 400-500 mg
por persona y día.
Además, por consumo regular de pescado podemos llegar
a 2.700 mg en adultos y 1.700 mg en niños.
Los ácidos grasos omega 3 son importantes para varios
aspectos de la salud humana, pero únicamente si son
consumidos en el marco de la alimentación tradicional de la mano de un estilo
de vida saludable.
Comentarios
Publicar un comentario